Rompiendo Reglas

No pretendo mantenerte en suspenso hasta el final. Lo que ocurre en esta historia te lo podrás imaginar muy pronto y no te vas a equivocar. Así que te contaré una de las historias menos esperadas de las muchas que he vivido:

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Last updated: March 20, 2024
by and Alex Morrell is a senior correspondent at Business Insider covering Wall Street at large.

Una de las primeras reglas que establecimos como pareja, fue la de no compartir cama con ninguna amistad fuera del ambiente, o con nadie que hayamos conocido antes de ser swingers. Aunque la regla implica a cualquier persona conocida, en nuestras cabezas siempre pensamos en parejas y chicos, ya que en nuestros inicios hacíamos pocos tríos con chicas (sí, era un poco tóxica con mis exigencias). Pero, insisto, no había excepciones.

Entonces llega el momento clave. En el punto de máxima excitación de nuestra nueva vida, cuando más empezábamos a disfrutar debido a las múltiples interacciones y grandes… experiencias, decido que necesito conversar esto con alguien. No puedo más, las buenas cosas hay que compartirlas. ¿Y a quién busco? Ajá, a mi mejor amiga.

La invito a salir y, entre tragos y boquitas, me suelto. Decido no contarle sobre el swinger como tal, pero necesito contarle mis emociones. Hablé de los tríos, de aquel momento en que estuve con 3, mi primera experiencia con una chica… en fin, fuego puro era lo que brotaba de mí en dicho diálogo. Ella, sorprendida, hacía muchas preguntas; pero no se impresionaba en exceso, no es que mi amiga sea una santa paloma, también es de armas tomar. Por supuesto, también recordó algunas de sus historias, hablamos de nuestros cambios, anécdotas y anhelos.

Sobre el final de la noche apareció el que hacía falta. Mi esposo vino por mí, pero antes debíamos terminar con lo que teníamos sobre la mesa. Rápidamente él notó por donde iba la conversación y se integró sin sutilezas. Yo siempre supe que mi amiga le parecía atractiva, y que ella tenía similar opinión sobre él; así que aprovecharon la confianza y compartieron perspectivas sobre las ideas compartidas. Pero hasta allí. Había una regla que respetar.

Ya en camino a casa, antes de dejar a nuestra amiga en la suya, un juego de miradas entre mi esposo y yo fue el detonante. La suerte estaba echada. Yo me derretía solo de imaginarlo. Él lo deseaba hace mucho. ¿Y ella?

Nuevamente se toca el tema; nuevamente nos emocionamos; nuevamente surgen dudas; finalmente, él hace la propuesta. Ella dice que desea intentarlo alguna vez, pero no queda claro cuándo. Mi esposo, sin filtros, lo aclara: propongo que sea hoy, YA.

La cara de mi amiga lo dijo todo. Un cruce de miradas conmigo lo confirmó. Minutos después atravesábamos la puerta de un motel. ¿Nervios? Por supuesto. ¿Ganas? No lo dudes.

Nuevamente hablamos; nuevamente bebimos; nuevamente nos excitamos; finalmente, mi esposo rompe el hielo con un beso apasionado a mi amiga. Ella se deja llevar, se ve excitada; de él ni hablemos, estaba en la gloria.

Él se aparta, ella no sabe qué hacer… yo la beso. Ella me besa… nos desnudamos lentamente. Parecíamos novias, por un instante olvidamos la amistad y nos apegamos al morbo… y vaya morbo. En poco tiempo le hacía sexo oral a mi mejor amiga y yo no era consciente de eso; creo que ella tampoco. Gemía como si se le fuera la vida.

La penetración que recibí desde atrás me recordó que no estábamos solas. Mi adorado esposo no soportó la escena y decidió que alguien tenía que pagar las consecuencias. Me alegré de ser yo la primera; estaba “on fire”. Tuve uno de los orgasmos más rápidos e intensos de mi vida (beneficio para él, claro). Ahora el plato estaba servido. Me hice a un lado, lo miré con lujuria, y le “ofrecí” a mi amiga. No estoy segura de que le haya importado mi “permiso”. Saltó sobre ella rápidamente, la miró a los ojos, la volvió a besar, y entre beso y beso la escuché gemir… mi esposo había penetrado a mi mejor amiga, y ambos lo disfrutaban. El sexo cariñoso duró poco. Años de amistad, años de deseo, años… que ahora iniciaban un nuevo conteo. Dos enfermos por el sexo, mis dos personas más allegadas, matándose cuerpo a cuerpo frente a mí. ¿Celos? Tal vez. ¿Lujuria? Infinita. ¿Ganas? Obvio. Me senté sobre ella de frente a mi esposo; era tiempo de que me devolviera el favor. Y vaya que lo devolvió. Después de un rato, mi mejor amiga me regalaba un gran orgasmo. Ella, creo que llevaba dos. Mi esposo, resistía…

Entre poses y poses, el tiempo parecía congelado. Ella se estaba acostando con su mejor amiga, se lo chupaba al esposo de su mejor amiga, se dejaba coger por ambos. Él, supongo que desbloqueó una fantasía; se estaba comiendo a la mejor amiga de su esposa, FRENTE A SU ESPOSA. Y yo, estaba rompiendo una regla; pero disfrutaba en el proceso. Siempre compartí momentos especiales con ella, pero nunca imaginé compartirle a mi esposo. Tampoco imaginé que compartiríamos orgasmos mutuos.

No sé cuántas veces estuvo cada una encima de mi esposo (o debajo), porque una vez que entramos en calor y perdimos el pudor, nos fundimos los 3 en uno. Cuando no era su pene el que nos satisfacía, era una mano, o un dedo, o una lengua. El calor se apoderó de la habitación, y los gemidos retumbaban en las paredes.

Viéndola inclinada sobre la cama, con mi esposo penetrándola desde atrás, mientras ella me hacía sexo oral, comprendí que estaba muy lejos de mis límites como chica swinger y como “hotwife”. Un nuevo orgasmo la hizo caer sobre mí. Sentí el temblor en sus piernas. Creo que ella también sintió el temblor en las mías. Mi esposo lucía agotado e imponente a la vez. Misión cumplida, regla corrompida…

Luego de un descanso era clara la pregunta que dibujaban nuestras miradas: ¿Y ahora? ¿y ahora qué?

Pues, ahora habrá que acostumbrarse… y repetir.

¿O no?

3 Comments

  1. Luis y Edith

    Mejor que coalquier relato de un libro de la marvel …saludos chicos
    Se les extraña .

  2. Thannyt

    Muy buen relato, las palabras perfectamente usadas.

    1. Info

      Muchísimas gracias, Thannyt. Un placer escribir para ustedes.

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